Estoy como el burro de la canción, me duele tó. Una vez mas (casi cada semana) me fastidia la cotidianeidad este estado de "infirmitud"; no puedo hacer planes a corto plazo, programar trabajo, o quedar con amigos...
Mis tripas -quizás demasiado revueltas- me provocan dolor fuerte, diarreas y en ocasiones hemorragias. Esta madrugada desperté con temblones, fiebre y malestar general...
Estoy cansado de esta situación, también de deambular de médico en médico sin resultados finales. Ya sólo me queda probar los remedios de esta canción, no se que será mas eficiente: la gorrita negra, la corbata blanca o el jarabe de lechuga; tampoco tengo mucha confianza, pues además de ir vestido de mamarracho ese jarabe tiene que ser una porquería, jaja.
Menos mal que al menos conservo el humor. En lo que le doy toda la razón a la canción es cuando al burro le duele el corazón, le manda jarabe de limón... realmente no hay nada mas agrio y fuerte que el mal de amores.
¡Qué fracaso más estrepitoso tuvimos en Eurovisión! No soy aficionado a este festival, ni lo sigo, pero recuerdo aquel ridículo de cuando era niño.
La barca de Remedios Amaya fue a la deriva e incluso se hundió sin remedio en Munich en 1983, quedando últimos empatados con Turquía y 0 puntos en la votación final.
Ni la canción, ni la imagen que se daba -iba descalza- ayudó mucho. Mostraba el tópico español de "charanga y pandereta", en una época donde el flamenco todavia no habia tenido la proyección cultural internacional con la que cuenta actualmente.
La selección de la canción y de la intérprete fue desacertada para un festival como el de Eurovisión, pues no tiene nada que ver con los parámetros musicales del concurso y de los distintos países europeos.
Fue una noche de verguenza para el "orgullo patrio", pero sin duda el bochorno resulta inenarrable para la protagonista del fracaso. Remedios Amaya no merecía esto.
Quién maneja mi barca estuvo a punto de terminar con la carrera de la cantante. Que desapareció del panorama artístico, exceptuando la aparición en la película "Flamenco" de Carlos Saura (1995). Por suerte regresó en 1997, con más fuerza que nunca, cantando lo que mejor sabe: flamenco.
Remedios Amaya fue comadre y musa de Camarón y, según se dice, una de las artistas que más inspiró al maestro de La Isla. Es una de las mejores cantaoras festeras del flamenco actual. Son los palos alegres los que le permiten sacar todo su genio: bulerías, tangos, alegrías... pero también domina con holgura otros como la soleá o la seguiriya.
Su gran éxito, de la mano de Vicente Amigo, vino con el trabajo “Turu Turai” (1997); al que le han seguido otros discos, con la misma fuerza, el mismo éxito y la misma calidad. Paralelamente, la cantaora actúa, de forma intermitente, en destacados festivales nacionales e internacionales como La Unión, la Bienal de Sevilla, el de Nîmes o el de Chicago, acompañada por el jerezano Juan Diego a la guitarra.
No es noticia el esplendor universal de la Semana Santa en Andalucía.
Por un lado, la cadena televisiva "La Sexta" (cuyo director es el ex-payaso de circo Emilio Aragón) se burla de la Estación de Penitencia de la Hermandad de los Dolores del Cerro, con la colaboración estúpida de un miembro de banda o un costalero, poniendo en evidencia a su propia Hermandad (con la salvedad de un nazareno que dijo lo que hay que decir "Oiga no moleste estamos haciendo estación de penitencia").
Por otro lado, la vergonzosa acción de "Gestas", un mal ladrón que roba mil euros vestido de nazareno, cuyas iimágenes han dado la vuelta al mundo. Además se hace la acusación gratuita contra los hermanos (3.951) de la Hermandad del Baratillo (siglo XVII), solo porque el ladrón "parece" que lleva la túnica de esa coorporación nazarena.
Se calcula en más de 56.000 hombres y mujeres los que visten las túnicas nazarenas en las 68 cofradías de Sevilla, haciendo estación de penitencia acompañando a un total de 134 pasos. Pero sólo son una parte de los protagonistas de esta celebración religiosa al sevillano modo que no tendría tal repercusión si no involucrara de una u otra forma a la gran mayoría de la ciudad, incluidos quienes se consideran alejados de la religión pero no de «su» Cristo o «su» Virgen.
A ésto deben añadirse los 4.000 intérpretes que tocan en 57 formaciones musicales; además, alrededor de 4.000 costaleros, y cientos de asistentes a las cofradías como acólitos, servidores, pertigueros, capataces, contraguías, aguadores...
No se puede despreciar a tanta gente, ni burlarse de sus sentimientos.
Ya tiene un mes... y me cuesta hablar de él, porque la emoción me produce una congoja tal, que se acompaña de lágrinas.
Era esperado y querido, pero no podía imaginar cuánto despierta, cuánto provoca, cuánto llama... y todo lo hace calladito y mirando sin ver. Me saca toda la ternura de la que soy capaz, me despierta la gran responsabilidad de la vida, me provoca la caricia y me llama a la paternidad.
Pero ¿cómo entender esa paternidad? ¿cómo orientar toda esa vida por salir? Alguien sabio (y santo) me dijo la semana pasada, hablando de estas cosas, que él me entiende a sus años (72) perfectamente. Que la vida también lo ha llamado y llama a la paternidad, pero quizás a algunos se nos pide vivir la paternidad de otra manera.
Lleva razón, por eso me pregunto cómo vivir esta vocación a la paternidad que la edad me despierta y que está exaltada desde que nació mi sobrino Antoñito.
No termino de entender... pero se dará lo que tenga que ser.
Pienso al despertar, que es un día ingrato y voy a llorar, casi todo el rato. El aire se perfuma de aprensión: voy a tener un día marrón, día de bruma en mi corazón.
Se presenta mal, hoy el panorama, me voy a arropar dentro de mi cama. Me clava la amargura su aguijón, voy a tener un día marrón, día de bruma en mi corazón.
Un día tonto, de pronto, sin una razón. No es gris ni negro, es sólo marrón. El día en que se te pega al cuerpo el camisón No es gris ni negro, es sólo marrón.