domingo, 11 de noviembre de 2007

Negar un abrazo

Hay crueldades que deberían estar condenadas por ley... al menos penadas con años de Purgatorio. Aunque el daño me parece irreparable

¿Cómo arreglarlo cuando se niega un abrazo a quien lo pide porque lo necesita?

Me considero arisco y poco afectuoso, pero la dureza de corazón de quien quise más que a mi vida, reforzó esa frialdad aparente que tengo en el trato; pues es una manera de defensa infructuosa ante el desamor, la infidelidad y el engaño.

Tal día como hoy me negaron un abrazo en la sevillana Plaza de la Gavidia... esa herida aún sangra. En el suelo había hojas caídas y por el suelo quedó mi deseo de calor-amor, por el suelo arrastré mi vida huyendo por la calle Baños para ahogar mi pena en el Guadalquivir, pero el amargor aún lo tengo en el paladar y en el corazón.

Daba igual que tuviera que viajar seis horas de ida y otras tantas de vuelta, para estar apenas dos en Sevilla... con cinco minutos de abrazo sincero hubiera merecido la pena; pero me quedé con la pena y sin el abrazo... aquello era el inicio del fin.

No lo quise ver... desde entonces sólo me quedó mendigar cariño, recoger migajas... ilusionarme con pequeños gestos de quien no era capaz de hacer una opción por mi. Al final, me abandonó.

Hoy también necesito un abrazo. No sirve cualquier abrazo, tiene que ser veraz, auténtico y que me llene de calor-amor; pero no hay quien me lo de. Me pregunto si ella, además de arruinarme el presente, también ha amarrado mi futuro a la soledad.

He hecho intentos por abrirme de nuevo, por no negarme a nada... pero no parece que mi vida se desarrolle en-común-unión. Los intentos no han pasado de ahí, fracasan por mi parte... no son más que una fantasía pasajera.

Sin embargo, algo diferente me está pasando recientemente, llevo días misteriosamente ilusionado (con pellizco) a raíz de una simple mirada, pero hoy me doy cuenta que no soy mirado igual: con cariño, si; con amistad, también; con acogida, por supuesto... pero no es una mirada de ida y vuelta. Van unas cosas, pero vuelven otras.

Me equivoqué, ¿otra vez?... ¿o quería equivocarme? Sin duda merecía la pena soñarlo, necesitaba entusiasmarme, añoraba enamorarme... pero no era a mí a quien vendrán a buscar desde el Sur a esta inhóspita Madrid.

No hay comentarios: